Hola, compañera gibraltareña.
Tienes un pelo precioso,
y tu porte es digno y reservado.
¿Ha cicatrizado el tiempo tus heridas?
Las exteriores, quizá,
pero las internas están ahí,
amarradas, hincadas,
hechas carne
y alma.
Una huella de dolor en tu memoria
te renueva el miedo de los otros,
tus iguales,
pero sigues en tu puesto,
día a día
recibiendo al visitante
en Gibraltar.